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Luis A. García Bravo

Día del padreAyer fue el día del padre para quienes como yo tienen la gran suerte de  tener una familia numerosa. Este día comenzó desde muy temprano sonando el teléfono y mandando whatsapp de aquellos hijos que están trabajando fuera y a los que viven en la misma ciudad, también para felicitarte y además aprovechar, para darte alguna que otra broma.

Todo eso es muy entrañable y bonito y que además de gustarme personalmente me enorgullece que junto a mi compañera hayamos formado una gran familia. Pero lo que más te llena de felicidad son esas vocecitas de las más pequeñas que te dicen felicidades  abuelo, que palabra más grande es cuando alguien tan inocente te llama abuelo.

Todo como digo fue muy entrañable durante el día de ayer y sin lugar a duda fui muy feliz al pensar que aunque a mi familia como a la de casi todos los españoles de alguna u otra forma también les haya afectado, lo que llamamos crisis en los momentos actuales que vivimos, me tengo que dar por satisfecho porque podemos acostarnos sabiendo que nuestros hijos y nietas  más o menos tienen para un plato de comida diario.

Sentado con ellos en este día del Padre cuando les miraba sobre todo a las más pequeñas no podía borrar de mi mente las imágenes que desde el día anterior me  hicieron llorar. Imágenes que desde hace tanto tiempo nos taladran el corazón y que son las de los miles de refugiados en esos campos, embarrados, húmedos, y sin nada para comer. Familias con sus hijos a los que nada le pueden dar para llevarse a la boca y viviendo entre el barro y la miseria, ante la pasividad del resto de la humanidad. Pero sobre todo fueron las imágenes de aquel padre rapando la cabeza de su pequeña para que la epidemia de piojos no siguiera afectándole, imágenes como digo impactantes que aún lo  fueron más cuando ella, la pequeña, despojada de todo su cabello con un llanto desesperado se tiraba desolada  de bruces al suelo con su carita hundido en el barro llorando desesperadamente.

Fueron estas imágenes de su cabecita rapada, y su carita llena de barro y lágrimas las que hacen que la pena te invada y una gran rabia se apodere de uno con tal fuerza que ante la impotencia lo único que te queda es llorar. Imágenes que os puedo asegurar que tengo presente cada vez que miró a mis nietas. Y como  alguien puede pensar, o decir, bueno y aquí en este nuestro país, España, ¿qué hacemos con los niños que no tienen ni para comer?. Yo también digo que me siento aún peor como español, como ser humano, y  no solamente triste sino muy indignado y avergonzado de que en éste mi país España, haya niños que no se les pueda dar de comer algo diariamente.

Indignado cuando veo como quienes tienen que poner fin a esta situación en nuestro país no son capaces de anteponer cuanto sea necesario para llegar a un acuerdo y terminar con la pobreza y hacer que haya trabajo para todos. No sé si ellos viven en el mismo país que yo,  parece como si ellos estuvieran en otra España.

Y pienso si al igual que yo y otros muchos españoles,  cuando ellos van a comprar a las grandes superficies se percatan de que en las puertas hay hombres y mujeres desesperados pidiendo que se les de algo de alimentos para llevárselo a sus hijos.

Este día del Padre, como tantos otros días fui con mi compañera a comprar a un establecimiento, cuando salimos hacia el coche para guardar la compra de los alimentos, se nos acercó un señor con un carrito de compra, que al ver que habríamos el capó del coche se dirigió hacia nosotros y nos dijo lo siguiente:

  • Buenos días, perdonen que les moleste
  • Yo no vengo a pedirles dinero
  • Vengo a ver si me podrían ayudar dándome algo de comida
  • Miren ustedes el carro lo que llevó es solamente alimentos
  • Y estoy aquí con el permiso del director de este establecimiento

Yo os puedo asegurar que me trague las lágrimas, aquel ciudadano solamente pedía comida para sus hijos, pues al parecer ya no tenía ayuda ninguna y estaba parado. Iba pidiendo alimento cada vez que veía que alguien se acercaba con su carro al coche.

Fue tanta la rabia y el dolor que sentí que estuvimos un rato observándole sin que  se diese cuenta, para ver cómo era atendido por los demás,  y puedo aseguraros,  que si enumerara las reacciones de algunos de los que salían con el carro de comida os entrarían ganas de cualquier cosa. Cuando el hombre se acercaban había quienes automáticamente les daban algún que otro alimento, pero también había quienes le miraban de arriba abajo y  no les hacían el menor caso como si aquello no fuera con ellos, incluso pude intuir desde la distancia como algunos se permitieron decirle “otra vez estas tu aquí”.

Pero por favor como se le puede decir a alguien que está pidiendo comida  para que sus hijos puedan llevarse algo a la boca si “estaba ahí otra vez”.

Pues claro que estaba ahí otra vez, es que te crees que eres tú y tu familia los únicos que necesitan comer todos los días son pedazo de… Comprenda que deje puntos suspensivos.

Pero lo  que más, y perdonen la expresión, me tocó los huevos, es cuando aquel hombre dice con toda su nobleza para justificar su presencia por lo que pudiera pasar.

  • Mire yo tengo permiso para estar aquí del director de este establecimiento
  • ¿Cómo?

Usted tiene todo el derecho a estar donde le sale de los cojones como cualquier ciudadano español pues hasta ahí podía llegar el pisotear los derechos de cualquier ciudadano. Aquello es un aparcamiento en el exterior y estaría bueno que tenga usted que pedir permiso a ningún encargado y si les molestan algún cliente, el que un padre de familia pida comida para que puedan comer sus hijos,  pues que se jodan esos clientes,  pero que no crean estos, que a lo mejor algún día se pueden ver en la misma situación

Y para terminar este estupendo día del Padre por la noche vi las imágenes en televisión de la sexta, en la que entrevistaban a una mujer y a un hombre quienes tampoco tenían para darle de comer a sus hijos,  que lo contaba aquel hombre sin poder contener el llanto. Mientras había en la tertulia quien trataba de justificar a un gobierno hoy en funciones y a unos partidos que no son capaces de sentarse para aunar esfuerzos y llegar a unos acuerdos que evite que se pase hambre y no tienen trabajo en España.

Sería bueno que pensáramos que quienes se ponen en la puerta de un comercio, no lo hacen porque les guste y deben de ser tratados por todos nosotros con solidaridad, comprensión y respeto, y por supuesto no nos hará más pobres el poder dejar en su bolso un litro de leche, un paquete de garbanzos, una docena de huevos o cualquier otro alimento que podamos, dentro de nuestras posibilidades.

Y para aquellas empresas que no quieren tener alrededor de sus grandes comercio alguien pidiendo comida,  por cuestiones al parecer de imagen, o porque puede molestar a alguno de sus clientes, en vez de echarles, amenazándoles con el vigilante, lo que tienen muy sencillo cada día al abrir les dan a cada uno un costo y ya está, verán cómo se irán a poder hacerles de comer a sus hijos.

También a quienes dirigen o pretenden dirigir este nuestro país España, no basta con hablar de intenciones o discutir en tertulias televisivas, hay que actuar y dar soluciones, pensando en que hay familias que cuando sus hijos les dicen que tienen hambre y que no han podido comer nada en todo el día. Al final del día solamente sus padres le pueden decir que intenten de cerrar sus ojos y tratar de dormirse, para ver que les deparará el próximo día.

Esa es la pura y cruda realidad actual, lo demás es disfrazar la realidad, una realidad donde mientras nos preparamos para el puente de Semana Santa, (paradójico el nombre: Semana Santa), donde disfrutar y donde con seguridad habrá en muchas casas arroz con leche, natillas, torrijas etc. Otros no podrán llevarse siquiera un vaso de leche calienta al estómago  y donde otros mucho lejos de nuestras fronteras seguirán sumidos en el barro húmedo, el frio, rodeado de miseria y enfermedades, sin apenas nada o nada que comer, esperando que se les dé cabida en algún país para poder rehacer sus vidas.

Y toda esta realidad no pasa por promesas de gobernantes ni de izquierdas, derechas o centros, o por plegarias  rodeadas de olor a incienso y ruidos de trompetas y tambores con lluvias de pétalos de rosas. En esta Semana Santa, sino por tomar conciencia y dar lo que falta a los que más lo necesitan y pasan hambre y frio.

Para mí este día del padre nunca lo olvidaré, porque aunque quiera más a los míos, nunca podré olvidar a quienes piden para comer y a los que siguen acampados en el barro refugiados donde a duras penas les dejan. Pero también quiero seguir pensando que algún día el pueblo Español dirá basta ya y  saldrá a las calles a pedir en voz en grito. NO MÁS ENGAÑO.

20 de marzo de 2016